Establecer una relación basada en la confianza y el diálogo con los adolescentes es fundamental para brindar un acompañamiento eficaz, sustentado en la empatía y la escucha activa. Esta conexión permite que los adolescentes cuenten con figuras significativas que influyen de forma positiva en su desarrollo y, especialmente, en la construcción de su identidad. La confianza y el diálogo contribuyen a derribar las barreras de la rigidez y la indiferencia, y reflejan un interés genuino por parte de los adultos, ya sean mentores o progenitores, evitando así caer en el control psicológico, que a menudo genera conflictos adicionales. Además, estos elementos fomentan un ambiente abierto a la expresión y validación emocional, lo cual resulta esencial durante esta etapa, especialmente ante emociones como la ira reprimida, que muchas veces se presenta por la dificultad de poner en palabras lo que se siente.
Es clave que el adulto de confianza sea una persona que modele una vida íntegra y coherente. No se trata solo de motivar o animar al adolescente a realizar actividades, sino también de acompañarlo en la gestión de cambios y correcciones. Este adulto debe contar con habilidades de escucha activa, estar abierto al diálogo, respetar los límites del adolescente y enseñarle, al mismo tiempo, a respetar los propios. Por último, debe ser una figura que inspire con el ejemplo, con autoridad para ,corregir sin recurrir a mensajes contradictorios, evitando así el doble vínculo entre lo que dice y lo que hace.