Respuesta a: Foro LATINOAMÉRICA Tema 5: Prevención con adolescentes
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De acuerdo al video, la adolescencia es una etapa compleja y profundamente vulnerable. En esa etapa, el cerebro aún está en formación, especialmente el lóbulo prefrontal, que es el encargado del juicio, la toma de decisiones y el control de impulsos. Comprender esto nos ayuda a ver que muchas veces los adolescentes no toman malas decisiones por rebeldes, sino porque todavía no tienen todas las herramientas para anticipar consecuencias o defenderse ante situaciones de riesgo.
1. Porque el cerebro adolescente todavía no está listo para entender todos los riesgos:
En esa etapa uno actúa mucho por impulso o por emociones, y muchas veces no piensa en las consecuencias. El cerebro aún está madurando, y eso explica por qué hoy, ya más grandes, vemos como incoherentes o peligrosas algunas decisiones que tomamos antes. Yo misma he sentido culpa por cosas del pasado, pero al entender esto, me ayudó a perdonarme.
2. Porque cuando no hay adultos en quienes confiar, uno se refugia en quien sí parece entender… aunque no siempre tenga buenas intenciones:
Y esto me costó aceptarlo, pero es muy real. Muchas veces uno no habla en casa por miedo al castigo o al juicio, y termina buscando comprensión en amigos o en personas mayores que escuchan, pero no cuidan. Esa necesidad de sentirse visto o aceptado puede ponernos en situaciones muy riesgosas. Prevenir también es enseñar a los adolescentes que está bien pedir ayuda y que no están solos.
3. Porque el daño que deja un abuso no siempre se ve, pero puede marcar para toda la vida:
El abuso sexual afecta directamente la identidad, la autoestima y la capacidad de poner límites. A veces, quienes pasan por esto creen que fue su culpa o que se lo buscaron por no saber decir “no”. Pero la verdad es que muchas veces no sabían cómo, no se sentían con derecho, o simplemente no tenían a quién acudir. Por eso, la prevención también es sanar, educar y acompañar desde la compasión.
Como joven adulta de 21 años, muchas veces me he sentido mal por las decisiones que tomé en mi adolescencia. Creía que a esta edad ya iba a tener todo claro, pero la verdad es que sigo creciendo, aprendiendo y reconstruyéndome. Hoy entiendo que mi cerebro no estaba listo entonces. Ahora me toca ser parte del cambio: dar la información que a mí me hizo falta y acompañar a otros para que no caminen solos en sus momentos difíciles.