Creo que cuando los papás realmente entienden lo que implica el abuso sexual, se sienten con más herramientas para actuar, no desde el miedo, sino desde la conciencia. Muchas veces lo que los detiene no es falta de amor, sino que no saben cómo hablar del tema o sienten inseguridad de hacerlo mal.
Ya no lo ven solo como “algo extremo que pasa en películas”, sino como algo real que puede empezar con cosas pequeñas, cotidianas y eso hace que estén más atentos, más presentes.
Por eso siento que enseñarles los 4 pasos para niños y las 4 decisiones para adolescentes no es solo darles una guía, es darles lenguaje, claridad y dirección porque estoy segura que cuando esto se aplica en casa, la dinámica cambia: los niños reconocen su valor, los adolescentes se sienten con más control sobre su cuerpo, y los padres se dan cuenta que sí se puede hablar de prevención sin generar trauma ni tabú.
Compartir esta información es un privilegio enorme, pero también una responsabilidad. Porque cuando llega de verdad a las familias, la prevención deja de ser solo teoría o algo que escuchamos por ahí, se vuelve parte de su día a día, parte de su cultura.