Primero, me permite reflexionar sobre la fragilidad y vulnerabilidad humana. Así mismo, me lleva a mirar que vivimos en una sociedad donde las familias funcionan de una manera poco saludable, en dos extremos opuestos. Por un lado, la rigidez marcada por el abuso-violencia, por el otro, la negligencia y la ausencia de las figuras paternas. Esta es la realidad, donde los NNA son más vulnerables a ser víctimas de la trata de personas, al no tener un lugar seguro y sano. Identificar el panorama completo me motiva pensar la importancia del rol familiar para plantear soluciones desde la prevención: “llegar antes que el tratante” y educar a las familias. Desde el rol de facilitadores, me motiva ser intencional y sensible a estos temas, actuar con integridad, transparencia y empatía; esto me motiva a seguir aprendiendo. Así mismo, me motiva a hablar de amor, esperanza y vida, hablar de Jesús en medio de esta noche oscura. Hay muchos problemas que agobian a la sociedad y desde mi cotidianidad también puedo ayudar. Finalmente, debemos prevenir desde la integralidad: cuerpo, alma y espíritu. Así crear un semillero y una red que busque prevenir la trata de personas.