Es crucial que los padres enseñen a sus hijos herramientas efectivas para prevenir el abuso sexual, ya que esto fomenta la autoprotección y el desarrollo de habilidades clave para identificar y evitar situaciones de riesgo. Al enseñar a los niños y adolescentes cómo cuidar su cuerpo, respetar sus emociones, y establecer límites claros, los padres les proporcionan la confianza necesaria para actuar ante posibles amenazas. Además, esta educación promueve un diálogo abierto y de confianza entre padres e hijos, facilitando que los niños y jóvenes puedan expresar cualquier inquietud o incomodidad, y buscar ayuda de manera oportuna. Esto no solo reduce la vulnerabilidad al abuso, sino que también crea un entorno familiar de seguridad y apoyo.
