Los primeros sentimientos son de pena y tristeza. Tratar de entender como una persona puede vivir tan malas experiencias sin culpa alguna, como eso afectó su vida, sus desiciones y las consecuencias que trajeron y siguen trayendo en su vivir. A veces también causa frustración por no saber cómo ayudar o que la persona entienda que tiene un problema y no se deje ayudar.
Pero también entender y comprender que en Dios podemos ser nuevas criaturas y que todo es posible si dejamos en sus manos todas nuestras cargas y ayudamos a esa persona a confiar en ese Dios de nuevas oportunidades.